Si yo tuviera una escoba…

La hechicería y la brujería son tan antiguas como la vida, pues las distintas sociedades patriarcales siempre han encontrado caminos para alejar a las mujeres de espacios que se han reservado para los hombres, relacionados con distintas manifestaciones del poder: el poder de la escritura, el poder del gobierno, el poder de la enseñanza. Las brujas fueron aquellas mujeres que nacieron del miedo a lo desconocido e incontrolable. La existencia de un personaje que reuniera lo femenino, lo pérfido y  lo poderoso resultaba temible para muchos, y en muchos casos encarnaba la explicación de los males que aquejaban la sociedad. Así nació -o se fabricó, se inventó- la bruja, como la suma de todos los estereotipos que la harían reconocible: sabia, mala, soltera o viuda, anciana, libre sexualmente, loca o con problemas  psíquicos, borracha, hija o nieta de otras mujeres perseguidas, etc Cualquier fenómeno sobrenatural o desconocido, podría ser achacado a una de ellas, así como cualquier invención. Apariciones, enfermedades y epidemias, muertes prematuras de niños, eclipses, intervención en fenómenos meteorológicos,  reuniones con otras brujas y, sobre todo, pactos con el demonio para obtener de él lo que no podía obtener por otra vía.

A estas mujeres se les llegaba a acusar de delitos y de crímenes que era  imposible probar, y para los que no hacían falta pruebas sino varios testigos que lo afirmasen, sin más. Sospechosas y excluidas (viejas, solas, lujuriosas, etc.), al ser señaladas como brujas automáticamente se convertían en ello para vecinos y jueces, pues nadie dudaba que las brujas existían ni que cometían las mayores abominaciones imaginables. Para eso estaba toda la tratadística demonológica y los  manuales para inquisidores, donde se compilaban toda suerte de crímenes fantásticos que eran tomados por ciertos a la hora de denunciarlas, e incluso de juzgarlas. Nadie dudaba de su existencia, como nadie dudaba de la existencia del demonio, tan presente siempre en sermones y representaciones que lo mantenían vivo en el imaginario colectivo.

Arrojar sal a la lumbre, leer las rayas de la mano, echar las cartas o preparar sahumerios, pócimas y ungüentos como hacían las brujas, estaba mal. En  cambio, creer y defender que las señales y arrugas faciales contenían mensajes que  permitían adivinar la personalidad era algo científico, la fisiognomía, que hombres como Girolamo Cardano o Giovanni Battista della Porta explotaron económicamente en libros que se convirtieron en bestsellers en el siglo XVI. Preparar amuletos y remedios compuestos de polvos de hierbas e inciensos elaborados por hechiceras, estaba mal. Que lo hiciesen los astrólogos y médicos       del rey, como se ve en el retrato del príncipe Baltasar Carlos de Velázquez, estaba bien. Nadie negaba lo sobrenatural y lo mágico, pues era un fenómeno propio en la historia del monoteísmo; el problema era la ausencia de referentes femeninos. Los hombres, por voluntad de Dios, podían hacer milagros (de Moisés a Jesucristo); ellas rara vez o nunca. Por eso en los manuales preparados para discernir entre mujeres simples o brujas, entre supersticiones buenas (controladas) o malas (las que escapaban al control y al negocio), siempre se establecían diferencias: no pecaban igual ellos que ellas, y siendo ambas cosas supersticiosas tampoco era lo mismo si esas supersticiones eran promovidas desde arriba (el poder religioso) que desde abajo.

FUENTE    : Instituto de la mujer de Castilla-la Mancha. Vidales, Felipe : Para mi bien, no para mi daño

INSISTO,  SI YO TUVIERA UNA ESCOBA…

…Y acabo de darme cuenta de que la tengo, se llama educación y conocimiento.  Las brujas no eran ni malas, ni feas, ni analfabetas, ni viejas, ni locas ni guarras. Aún arrastramos estereotipos (sexistas, clasistas, aporofóbicos) en relación a ellas, y muchos son empleados hoy para estigmatizar a muchas mujeres. Los rumores, las fake news y los bulosdieron forma a una imagen que aún perdura en la actualidadcon los mismos términos despectivos. Y lleva ,en algunos países, hoy, en el siglo XXI, a apalear y quemar a mujeres acusándolas de brujería. Si no me crees busca en el nuevo oráculo, más conocido como Google, y te sorprenderás.

Hoy, 31 de octubre, Halloween, algo que no inventaron los americanos, por cierto, en el IES Sierra Nevada hemos querido desmontar estereotipos y quitar los estigmas que aún pesan sobre estas mujeres. Eran acusadas de crímenes imposibles para anularlas en todos los sentidos, para expulsarlas de la sociedad y de la vida. Hemos regalado escobas para barrer el machismo, manzanas “que nunca estuvieron envenenadas”, y laurel (una de las plantas con mayor “poder mágico”, usada ya por las sacerdotisas en el oráculo de Delfos). El alumnado y la profesora de 2º de bachillerato de la materia de Psicología y de ECDH, el alumnado y profesorado del ciclo de Aprovechamiento y Conservación del medio Natural (Forestales), la profesora de Plástica y el alumnado de 2º de ESO y de 3º de ESO B han hecho posible esta brujería interdisciplinar.